
Ayer regresé de un viaje que seguro nunca olvidaré, no por lo lejos que haya ido, ni por los kilos que haya podido ganar o perder, sino por la tremenda pasión con la que lo viví todo, los ojos con los que miré todo aquello. Igual no era tan bonito en realidad, pero a mi me pareció precioso, llevaba las gafas de ver la vida.
Hoy es como si me hubieran roto los gafas trozo a trozo, con cada hora del día. Ya sólo salen lágrimas de esos ojos que ayer veían maravillas por todos lados. Hoy sólo hay heridas en mi cuerpo, solo pensamientos horribles, sentimientos de vacío, tristeza y soledad buscada.
¿Qué pasa contigo? ¿Un día por las nubes y otro día bajo tierra? Decidete, dejame decidir... pero haz algo ya.